jueves, 17 de febrero de 2011

Cronica Miercoles de CENIZA

Reconocer nuestros pecados es cosa de Humanos



“Es un transformación en donde nos recuerda el paso de la muerte física, a la vida espiritual que tenemos todas las personas, para llegar a la vida eterna y llegar a Dios”. Testimonio de Martha González que con carisma ayuda a sus pacientes, para su pronta recuperación.
Al final de nuestra vida, solo no llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros semejantes.
Con nuestra frente en alto, como si fuéramos importantes el padre que celebra la santa eucaristía, nos coloca la ceniza en la mitad de nuestra frente, con la cual recordamos que somos pasajeros en este mundo, y que nuestra vida eterna esta en cielo.
Los sacerdotes con las palabras del libro del Génesis: “Polvo eres, y en polvo te convertirás”, nos recuerdan las tres principales verdades;  nuestra nada, nuestra condición de pecadores en este mundo y la realidad de la muerte, por medio de la cual seremos juzgados.
En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos la vamos a llevar a la eternidad, esto lo alcanzamos mediante las buenas acciones hacia nuestros semejantes como compartir ropa, alimentos y fundamentalmente con las oraciones y plegarias que salgan desde nuestro corazón para compartir con nuestro Señor Jesucristo y que mejor si estamos con la presencia de él en cada uno de nuestros corazones, como un templo de oración espiritual.
El origen de esta tradición, se debe cuando el pueblo Judío, acostumbraba a cubrirse de ceniza cuando se hacían sacrificios y los ninivitas, que se caracterizaban por ser un pueblo cruel y violento, también usaban la ceniza como gesto de arrepentimiento profundo. En el año 384 D.C la Cuaresma adquirió un sentido de penitencia, conversión y más que todo de arrepentimiento, ante un Dios tan generoso.
Las cenizas se obtiene, quemando las palmas utilizadas en el domingo de Ramos del año anterior, esto recuerda de lo que fue signo de gloria y se reduce a nada. También se uso el tiempo de la Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.
Gabriela Carchipulla, no comparte con esta celebración, ya que los seres humanos no somos polvo y que tampoco nos convertimos en él, ya que fuimos creados por Dios mediante el poder divino, y nos crearon a imagen y semejanza, por el amor que nos tuvo Dios y que no seremos juzgados ya que tenemos un dios bondadoso que nos perdonara todo el mal que hemos hecho.
Mientras cada una de las personas siga con esta tradición no se la va a perder jamás, debido a que se la pasa de generación en generación guardando un poco de fe que todavía nos queda.

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